sábado, julio 25, 2009

Camina Noah.


Sangra y sangra por el esfuerzo que hace, mira alrededor por si hay ayuda en alguna parte, pero no ve... El destino puso en sus manos la sabiduría y el coraje del que sabe llevar la nave y no colisionar. Mira y camina, avanza poco a poco pero siempre consigue lo que quiere, lo que anhela y no sabe cómo ni por qué. Se miran caras de envidia porque tiene éxito en todo lo que se propone, pero no saben que detrás hay lágrimas, sangre y desilusiones. Arrastra las rocas de la desidia y las contrariedades pero sigue arrastrando sin parar porque siente que el éxito está por llegar. Alza los ojos al sol detrás del mar y se le llena el corazón de flores y luz y sabe que todo lo que se desea con el alma se consigue; a pesar de las piedras, los baches y las palabras de más.

Entonces sonrie, se mira al espejo, las manos a la boca y rompe en carcajadas mirando al destino a los ojos y alegrándose de todo lo que ha conseguido ya. No es poco ni pobre el cúmulo de perfección que ha logrado cosechar, aunque acechen nubes negras a lo lejos, con amor sopla hasta verlas más claras, tenues, amables...

Vuelve a mirar al cielo y sonrie arriba.

Y da las gracias.

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